Lo mismo ocurre con la inflación. Inicialmente ante un aumento de precios notamos la diferencia, pero a medida que pasa el tiempo nos acostumbramos y convivimos con ella. Esto sucede principalmente por la asimilación y la adaptación a los nuevos cambios. El problema es que estos nuevos cambios progresivamente nos hacen más pobres, deterioran nuestro poder adquisitivo y sencillamente somos rehenes de esta situación y no hay nada que podamos hacer más que resignarnos y adaptarnos.
La diferencia apenas perceptiblees la diferencia mínima que una persona puede detectar entre dos estímulos. Por ejemplo: si el panadero nos aumenta el precio del kilo de pan de $9 a $9,20, probablemente casi ni notemos la diferencia, pero si el precio del kilo de pan pasa de $9 a $13, seguramente notemos la diferencia, porque el umbral de diferencia ha aumentado.
El incremento gradual y progresivo del nivel general de precios combina estos dos problemas: aumentos secuenciales y aumentoscontinuos.
En el siguiente gráfico podemos ver la línea de la inflación verdadera, que es la línea creciente. La otra línea es la inflación medida por el INDEC. Como vemos, la inflación verdadera crece muy rápido con el tiempo y apenas podemos percibirlo porque son microaumentos periódicos y constantes. Estos aumentos crecen silenciosamente como un cáncer metastático que se ramifica y se disemina a otras partes del cuerpo, y si nos dejamos estar la situación es cada vez más dramática e irreversible.
Algo similar ocurre con esta la inflación silenciosa y creciente. Se va apoderando de la economía del país, comienza como algo insignificante y apenas perceptible, hasta que empieza a expandirse y se espiraliza, se introduce en todos los sectores de la economía, distorsionando precios, tarifas y salarios. Produce tal desbarajuste que es imposible planificar, tenemos que vivir en el corto plazo, altera y acelera nuestras decisiones. Vivimos intranquilos porque nos acostumbramos al cambio y sabemos que todo va a subir.
Pero la pregunta que surge naturalmente es ¿cómo podemos defendernos ante estos aumentos continuos? ¿Cómo podemos no sufrir toda la inflación o sólo una parte de ella que sea inevitable?
Como ya dijimos, la inflación nos hace cada vez más pobres, y estarán en desventaja aquellos agentes económicos que mantengan una mayor proporción de efectivo en su cartera. Por lo tanto la peor opción es mantener dinero ocioso.
Una de las alternativas es ir anticipando consumo, es decir, comprar al inicio del mes la mayor cantidad de bienes que vamos a consumir a través del mismo, también comprar bienes durables que sean necesarios. La clave sería no postergar gastos e inversiones necesarias, porque más adelante lo vamos a pagar más cada vez caro.
La otra alternativa es comprar bienes, como los inmuebles, que se revaloricen o acompañen a la inflación y que uno los pueda volver a vender en el futuro a un precio mayor. Esta opción es la mejor de todas porque permite obtener ganancia de capital y tener un crecimiento patrimonial.
Cada día que pasa nos volvemos menos sensibles a la inflación, cada vez tenemos más tolerancia hacia ella. Como sociedad no podemos acostumbrarnos a vivir con dicha incertidumbre, o estar adaptándonos continuamente a los cambios para sobrevivir, es nuestra responsabilidad allanar un camino mejor y velar por el bienestar de las generaciones futuras.
Federico Villagra
Lic. en Economía – Especialista en Abastecimiento
Carlés Terrenos