La inversión es la variable más volátil y susceptible de la economía.

En los años 20 en algunos barrios de los Estados Unidos existían algunas organizaciones que azotaban y perseguían a los comerciantes bajo amenazas de violencia, torturas  y asesinatos. Estas organizaciones eran las mafias sicilianas que eran dirigidas por un “Don” en el cual este mafioso se aislaba de las operaciones reales por varios niveles de jerarquía. Estos señores ofrecían a los comerciantes “protección” a cambio del pago de un canon de acuerdo a su volumen de facturación.

En este sistema el “capo mafia” podía incrementar en cualquier momento al comerciante el costo de protegerlo. ¿Qué hacía el comerciante en ese caso? Como estaba desarmado frente a la fuerza operativa de la mafia, pagaba el mayor costo, pero su inversión se reducía notablemente. La habilidad del mafioso consistía en cobrar el mayor precio posible sin que llegue a un nivel que provoque que el comerciante se mude de barrio. Sin embargo el comerciante no hacía nuevas inversiones mientras el mafioso seguía imponiéndose en esa zona.

Algo similar ocurre en los países en los cuales no se respetan las instituciones, el derecho de propiedad, ni las leyes. El gobernante de turno puede incrementar a su antojo los niveles de impuestos, intervenciones y expropiaciones según su capricho.

En estos países la tasa de inversión es significativamente baja y los inversores exigen una rentabilidad mucho mayor para compensar el riesgo institucional. Cabe mencionar que un inversor enfrenta dos tipos de riesgos: el riesgo institucional y el riesgo de mercado.

El riesgo institucional es aquél que configuran las normas de convivencia y nivel de subordinación a las leyes de los ciudadanos, por ejemplo: un saqueo a un supermercado en el país vecino de Chile es algo inconcebible y de muy poca probabilidad de ocurrencia, por lo tanto su riesgo institucional es muy bajo y de hecho poseen el nivel de inversión más alto de América Latina.

El riesgo de mercado es aquél que enfrenta cualquier empresa en el cual desconoce de antemano donde hay una demanda insatisfecha. Entonces, asume el riesgo de invertir estimando que tendrá la gracia del consumidor.

Actualmente Argentina se encuentra en el puesto 127 de 191 en el índice de calidad institucional y es el país que más disminuyó en los niveles de confianza y transparencia, a diferencia de Chile que se encuentra en el puesto 22 siendo el país más seguro para invertir de América Latina.

Por otra parte en el índice de libertad económica creado por la fundación Heritage, Argentina se encuentra en el puesto 166 de 179 países, superando en América Latina únicamente a Venezuela y Cuba en los puestos 174 y 176 respectivamente.

En efecto a nivel macroeconómico podemos seguir siendo un país estilo “capo mafia” en el cual las empresas no invierten por miedo a la arbitrariedad y a las confiscaciones del Estado o podemos atraer inversiones como Chile. Todo depende de nuestra reputación, generación de horizontes de estabilidad y solvencia moral.

Asimismo a nivel microeconómico esta situación es perfectamente trasladable a las empresas en las cuales algunas son más confiables que otras, algunas tienen desarrollo sustentable y otras no, algunas piensan en el largo plazo y otras solo en sobrevivir. Entonces, ¿quiénes recibirán más inversiones? ¿Quiénes tendrán los mejores recursos humanos? ¿Quiénes tendrán las mejores oportunidades para crecer? Probablemente aquellas empresas que sumen estas cualidades y logren captar inversiones que dependen invariablemente de su buen nombre, trayectoria y honradez de sus compromisos.

En conclusión la inversión es la variable más volátil y susceptible de la economía. J. M. Keynes escribía en 1936 que las decisiones de invertir dependen de “Espíritus Animales” que impulsan a la acción de preferencia al reposo. Esta motivación influye en las decisiones económicas que operan en términos de la confianza y del resorte espontaneo de una persona mucho más que de una expectativa matemática. En otras palabras, quizás las decisiones de asumir riesgos y tener la iniciativa de invertir dependan exclusivamente de la atmósfera y el clima de su entorno, que de los rendimientos esperados de dicha inversión… como afirmaba el economista Ricardo Salgado: "La confianza es un capital mucho más duradero que el dinero." 

 

 

Federico Villagra

(Lic. en Economía)

Subgerente

Carlés Casas & Terrenos