En primer lugar, ser conscientes que no siempre se puede alcanzar lo que uno sueña en el primer intento. Alcanzar el terreno o la casa soñada es un proceso que lleva tiempo, pero como todo proyecto, cuanto más lo posterguemos, más tardaremos en conseguirlo y más lejos estaremos de adquirirlo, más aun en el mercado inmobiliario en el cual las propiedades aumentan periódicamente. Hay que tener como premisa principal que lo importante es empezar.
Comprar el primer terreno o la primera casa se asemeja mucho por ejemplo, a la compra del primer auto: uno fantasea con un modelo deportivo, descapotable, con un motor potente y lujos que le gustaría disfrutar, pero la realidad es que el común de las personas tiene como primer automóvil uno que es usado, que ya tiene varios años y kilómetros recorridos, que tal vez haya que hacerle trabajos de chapa y pintura, pero sirve para empezar y a partir de ahí, ir escalando; siendo el próximo auto un modelo más nuevo, en mejores condiciones, con menos uso y por ende de mayor valor.
Dicha estrategia es perfectamente trasladable al mercado inmobiliario, pero por lo general cuesta entenderla y aplicarla, más que nada por cuestiones culturales, puesto que la gente piensa en comprar una propiedad para establecerse de forma definitiva, perdiendo tal vez, la oportunidad de acrecentar su patrimonio y de capitalizar sus ahorros, para lograr acercarse a lo que uno realmente quiere o sueña. Por ejemplo: se puede comprar un terreno que esté en las afueras de la ciudad, que se encuentre alejado del centro, pero que sea accesible en términos económicos. De esta forma resguarda sus ingresos y capitaliza sus ahorros, ya que rentabiliza su propiedad con el aumento del precio del inmueble en el transcurso del tiempo. Situación que históricamente sucede y que además lo hace a tasas mayores que la inflación (en promedio los inmuebles se revalorizan entre un 30% y 40% anual), en contraste con los automóviles que se desvalorizan año tras año, ya sea por el simple paso del tiempo, por el uso y desgaste, por obsolescencia o por la aparición de nuevas tecnologías y nuevos modelos que desplazan a los anteriores.
Si seguimos comparando con el rubro automotriz, en dicho mercado hay muchas alternativas de compra financiada, pero si nos detenemos en el análisis podemos decir que se acrecienta aún más lo que el comprador termina pagando contra lo que vale el automóvil cuando se termina de pagar, ya que por un lado tenemos una tasa de interés (en la mayoría de los caso variables hacia arriba) y por el otro lado, tenemos la desvalorización del automóvil, por las cuestiones antes mencionadas.
En cambio, la compra de inmuebles de forma financiada es una muy buena opción para aquellos que quieren comenzar, ya que el comprador puede compensar los intereses de la financiación con la revalorización del inmueble que compró, inclusive puede salir ganando si compra mediante cuotas fijas y en pesos, porque entra en juego también la desvalorización de la moneda (se le encuentra un lado positivo a la inflación). En otras palabras, no hay forma de perder con la compra de un inmueble, siempre se gana.
Aún en escenarios desfavorables el peor de los resultados puede ser un empate, y es esta condición la que nos permite ir escalando posiciones. Del inmueble en las afueras de la ciudad hasta el inmueble soñado.
Lo importante es empezar.-
Eduardo Esteban Casco
Asesor Inmobiliario
Carlés Casas & Terrenos