Sir Thomas Gresham, un comerciante inglés del siglo XVI observaba que en aquella época coexistían diversas monedas con poder cancelatorio equivalente, pero algunas tenían un valor intrínseco mayor que otras por el contenido de oro. Gresham no perdió de vista que las monedas que tenían mayor proporción de oro se atesoraban y las que tenían más de otros metales se utilizaban para el intercambio. De esta manera formuló la siguiente Ley: “EL DINERO MALO DESPLAZA AL DINERO BUENO Y LO SACA DEL MERCADO”

Por ejemplo en Tanzania se utilizó el ganado como dinero, con el cual  intercambiaban animales flacos y enfermos. La razón era muy sencilla: los valores de los bienes y servicios se expresaban en números de cabezas, sin distinguir entre ganado malo y ganado bueno. Puesto que el ganado tiene un valor esencial como la carne, leche  y cuero, era conveniente pagar con ganado malo y conservar el bueno.

Lo mismo ocurre entre el dólar y el peso en la Argentina como se sabe que el dólar mantiene su valor a través del tiempo y el peso cada vez “vale menos” (hoy tenemos un 25% de inflación). En este sentido la gente desea mantener los billetes verdes y desprenderse de los pesos lo antes posible.

Los terrenos tienen todas las cualidades de dinero bueno porque genera ganancias de capital por el solo hecho de esperar, es decir, se revalorizan en el tiempo, son escasos e irreproducibles y en tiempos de inflación pueden representar el mayor activo de una persona, es por eso que la mejor estrategia es entender su valor y atesorarlo. Sin embargo, los automóviles presentan cualidades de dinero malo: son reproducibles, dejan pérdidas de capital, se deprecian en el tiempo, quedan obsoletos por el avance de la tecnología y la salida de nuevos modelos, entonces los incentivos a desprenderse de este tipo de activos son mucho mayores a los terrenos.

Es por ello que el sector automotriz tuvo una explosión y un auge de ventas en la Argentina en la última década, (en lo que va del año se vendieron 741.324 unidades nuevas según la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina), mientras que en los terrenos que cada vez son menos y están en peligro de extinción por el avance de la construcción, la situación es bien distinta. Como estos últimos tienen cotización alcista constante, los propietarios tienen menos incentivos a desprenderse de este  activo tan preciado por la sociedad.

El tipo de cambio de los automóviles y los terrenos es de 1 a 1, por ejemplo en Posadas en promedio, un automóvil base cuesta alrededor de $100.000 y un terreno “base” bastante alejado al centro cuesta en promedio $100.000, por este motivo y como tienen valores similares los propietarios prefieren comercializar los automóviles antes que los terrenos, acumulando los últimos dado su alto valor intrínseco.

Es una realidad económica que no podemos negar y está demostrada a través de la historia. Pero paradójicamente la ventaja principal que tienen las propiedades en Posadas en esta coyuntura es que podemos adquirirlas con dinero malo (pesos) y no es necesario disponer de dólares (dinero bueno) para hacer la transacción.

 

Federico Villagra

(Lic. en Economía)

Sub Gerente

Carlés Casas & Terrenos