Cuando el 16 de Junio pasado la Corte Suprema de EUA decidió no tomar el caso argentino en su conflicto con los llamados fondos buitres, no sólo avaló la polémica decisión del juez neoyorquino Thomas Griessa, sino que con ello le puso un verdadero, y sobre todo inesperado, palo en la rueda a las claras aspiraciones argentinas de cerrar el último eslabón de una cadena que le permitiría reingresar a los mercados internacionales y con ello, sumado a una segura fuerte baja en el riesgo país, tomar deuda barata y darle oxígeno a una economía golpeada, reforzando reservas, alejando presiones cambiarias, todo ello pensando en cómo desasnar más adelante el cepo cambiario.
Y la expectativa no era menor, sobre todo luego de haber cerrado en forma más efectiva que eficiente, los conflictos más serios del CIADI, la indemnización a REPSOL por la estatización de YPF, y la renegociación de la deuda en default con el Club de París. Adicionalmente, el gobierno había relanzado a principios de año el nuevo IPC que el FMI venía reclamando hacía tiempo, sumado a otras medidas ortodoxas que acomodaron tanto la tasa de interés como el tipo de cambio, que hacían suponer un giro importante hacia el mercado.
Sin embargo, y a pesar de que el conflicto con los fondos buitres tarde o temprano se iba a perder, el país apostaba al menos a ganar tiempo para que la cláusula RUFO, la que otorga poder a los bonistas que si entraron a los canjes de 2005 y 2010 de exigir igualdad de condiciones ante una oferta mejorada, expirara y permita negociar tranquilamente y sin presiones de ningún tipo. Claramente la decisión de la Corte cambio todo el escenario.
Así las cosas, pasamos de un período de gracia con reuniones entre las partes y mediadores, sumado a todo tipo de especulaciones de arreglos que nunca existieron a un “default selectivo”, terminología adoptada por la calificadora S&P a partir del 30 de julio. Un default, hay que decirlo, que si bien para el país conlleva una mancha adicional difícil de remover y que siempre trae consecuencias no gratas, no ha sido ni por asomo lo que tanto se especuló o se predijo. Se habló de aceleración de deuda, de cross-default hasta de un riesgo país de más de 1.000PB, cosa que nunca sucedió. Y en gran parte, nada sucedió porque el caso argentino es en sí mismo, como todos los casos argentinos: paradigmático y único en el mundo, lo cual hasta al mismo mercado le cuesta decodificar.
La Argentina, a pesar de todas sus dificultades y formas poco ortodoxas de gestión con el mundo, es un país que ha demostrado capacidad de pago y lejos está del default de otros tiempos. Podemos discutir las formas, sin embargo se ha venido desendeudando sistemáticamente en los últimos 10 años logrando, no solo sacarse de encima la mochila del FMI, sino también dos canjes de deuda que reunieron casi al 93% de los acreedores. Por otro lado, también hay que reconocer que el país cometió errores que lo llevaron a un default tan innecesario como evitable, de sólo USD 1.330 millones, producto de ignorar completamente al 7% que no ingreso al canje, sancionando una ley cerrojo y no reconociendo su deuda, algo que los contratos de deuda que la Argentina misma aprobó, prohibía. Por ejemplo, la cláusula PARI PASSU que exige trato igualitario para aquellos bonistas de un país que entren o no a un canje de deuda. Además, se subestimó el poder que representan los fondos buitres, ya que hablamos de los mejores traders del mundo, preparados como nadie para hacer lo que hacen, manejan al detalle cada letra de los contratos y con un fenomenal poder de lobby en los mercados y cortes internacionales, algo que nuestro país nunca tuvo. Y en definitiva, esas son las reglas del juego a las cuales nuestro país accedió voluntariamente como por ejemplo, buscar legislación NY, puesto que eso le garantizaba la importante adhesión al canje que finalmente logró.
Y a pocos días del final de la cláusula RUFO, se sabrá si finalmente dicha cláusula era realmente el motivo por el cual el gobierno se negaba a hacer efectiva la sentencia. Y los mercados, que otorgaron tácitamente un periodo de gracia de 6 meses, están muy atentos a ello y difícilmente sigan en la misma postura si empiezan a notar falta de compromiso de hacer frente a una deuda que no tiene margen de negociación puesto que se trata de un juicio ya perdido y sin instancias superiores para seguir litigando.
En conclusión, sin señales de acuerdo en el horizonte, el gobierno deberá analizar los pros y los contras de persistir en su decisión de pagar a los fondos buitres únicamente con quita al igual que los que entraron al canje o en similares condiciones, algo que seguramente no prosperará. Si no se soluciona el conflicto, transitaremos otro año con vaivenes y más parches, en un año con fuertes vencimientos de deuda, sin acceso internacional al crédito, con fuertes tensiones cambiarias y mayor desempleo, sobre todo en un año de elecciones. Si por el contrario, va por un arreglo rápido y sin anestesia aunque le duela ceder ante el magnate Paul Singer y sus amigos, seguramente le dará mucho aire a la economía permitiéndole suavizar tensiones futuras y hacer una transición de gobierno más moderada, aliviando a la próxima administración de una pesada carga.
En definitiva, el plan a comienzos de 2014 era nada más y nada menos que llegar a los mercados internacionales para tomar deuda barata, como lo hacen hoy países como Etiopía o Paraguay. Y el único camino, guste o no es a través del Buitre.
Lic. Alejandro Rodríguez
Ejecutivo de Inversiones
Carles Inversiones
(Publicada el Domingo 28 de Diciembre de 2014 en el diario Primera Edición)